domingo, 30 de enero de 2011

La mesa se convirtió en escenario, el movil en micro, y la luna creciente en focos.

Anoche me pasó algo que me resultó bastante familiar.
Fui con mis amigos de hace unos años, a un local en el que ensayan con su banda. Siempre les había oído tocar por separado, como ``músicos´´ de los que abundan por todos lados. Pero ayer, en ese pequeño espacio, de apenas 10 m cuadrados, con los amplificadores al máximo, y la noche ya caída, sentí cómo los acordes menores de la melodía se colaban por cada rendija de mi ser, y me ablandaban por dentro.
Les miré, sí, tenían la misma cara de siempre, eran ellos, con quienes había pasado tantos momentos. Pero aquella vez, tenía la impresión de estar rodeado de seres superiores, que hacían que me estremeciera con cada nota. La verdad, es que sólo pude estar 10 minutos, por culpa de mi madre, pero de camino a mi casa, las notas resonaban en mi cabeza, y por un momento pensé que estaba andando por las calles de Tokio.

1 comentario:

  1. Hachi :)

    Conozco esa hermosa sensación, que bien que la hayas vivido.

    ResponderEliminar