miércoles, 15 de enero de 2014

Inmortalizando momentos.

     Las sombras sobre los aún húmedos adoquines me resultaban  menos caóticas que de costumbre. Alzar la vista no era ninguna opción mientras memorizaba ese último roce, su calor, su miedo. Aún latente en mi mano izquierda. Recordando esa última mirada, esa sonrisa forzada, y las últimas palabras, encontré el porqué de esa homogeneidad en las sombras.
     Las hojas ya no estaban. En su lugar, las cartas ya puestas sobre la mesa. Demasiado tarde para autoconvencerse de que era el final, y un abismo ante mí, pidiéndome a gritos que volviera sobre mis pasos...
  

    Menos mal que al volverme, tú habías hecho lo mismo.