lunes, 24 de enero de 2011

Como un gato bajo la lluvia

A veces, desde la segunda fila de la clase, miro a mi derecha, y veo a niños, un año mayor que yo, pero curiosamente los veo como niños. Jugando, mirando hacia otro lado, haciendo girar el bolígrafo con una mano, riendo a carcajadas... En esos momentos me da la impresión de ser yo, el único en el mundo que tiene sentimientos, el único que ha tenido que salir de su casa sin rumbo, para pensar, por mucho que llueva o haga frío, el único que llora viendo películas, el único que por las noches piensa en la muerte, el único que se preocupa por encontrar a alguien decente, el único que se alegra al saber que fuera llueve.. Todas las mañanas se repite la misma historia, me meto en mi papel de niño, hago alguna gracia ridícula, un par de carcajadas, y a mirar por la ventana. Paso todos los días por el puente, con mi bicicleta. La gente me mira raro, se preguntan qué llevaré colgando en la espalda. Esas horas, tras el instituto, son las que realmente merecen la pena, vagando como alguien sin alma, en busca de un aula libre, para simplemente tocar unas cuantas notas, algún acorde... En mi entorno nadie es capaz de comprender que eso, para mí eso es vivir.

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