lunes, 14 de febrero de 2011

Dos palabras

Es muy curioso comprobar en primera persona cómo unas cuantos signos unidos, formando dos palabras, pueden traer tantos quebraderos de cabeza. Creo que guardarlas en mi interior hace que me vaya pudriendo poco a poco, que no salga de este círculo sin salida, el miedo me corroe.
Pero siempre tiene que llegar la hora en la que la valentía asome su cabeza tímidamente, y consiga que su ejército se alce con la victoria.
Dos palabras, tan sólo dos, me separan de esta perra vida que llevo, a otra, con otros problemas que derivaran del acto de decirlas.
Dos palabras, y no son te quiero.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La distancia hace los lazos mucho más fuertes.

 Ayer vino mi hermana de Granada para quedarse conmigo en casa. Mis padres están de médicos por Barcelona, como de costumbre. Nunca me he llevado especialmente mal, ni especialmente bien con ella. Esta tarde, nada más terminar de comer hemos ido al paseo marítimo, a tomarnos un café mientras tomábamos el sol de invierno. Yo no suelo hablar de mis sentimientos, ni de mi manera de ver la vida, ni como la vivo, pero ha salido el tema. He podido comprobar, con bastante asombro, cómo mi hermana, que aperentemente se muestra feliz, me ha descrito sus últimos años viviendo sola, en un ático del casco antigüo con vistas a la Alhambra. Me ha relatado sus más íntimas historias, sus sentimientos más profundos. Me ha llegado a contar que el día en el que cumplió 20 años lo pasó realmente mal, que se ha dado cuenta de que el tiempo pasa, que cada vez lo hace más rápido, y que antes de que nos demos cuenta, estaremos muertos, el olvido nos invadirá a todos. Me ha dicho que sabe cómo me siento yo, que ha pasado por mi edad, qué pena que sólo comparta todas estas cosas con alguien que veo contados días al año.