domingo, 29 de julio de 2012

Teresa

    Un abrazo algo frío e inquieto, miradas esquivas, en definitiva una despedida acelerada. Resultado: Partisteis hacia un extremo de la calle. Yo, que tenía planeado volver a entrar al colegio, inconscientemente comienzo a andar en la dirección contraria. Nada más girarme me empiezan a asaltar una serie de inquietudes, de realidades que estaban aparcadas a 180 km de donde me encontraba. Al tercer paso ya fue inevitable comenzar a llorar. Sí, la gente me miraba como un loco: no más Copenhague. Cuando estaba seguro de que ya habríais girado la esquina, miré hacia atrás, y ahí estabas tú, girada y parada en mitad de la calle. Fue en ese momento cuando ví que ya había acabado todo. Seguí mi camino hacia no sé muy bien dónde, con el paso acelerado, y un llanto ya incontrolable. Y es entonces, cuando pude escuchar unos pasitos, a bastante ritmo, he de decirlo. Y bueno, lo sentí, cómo me abrazaste por la espalda y casi me tiras al suelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario